Significa una valiosa oportunidad de descubrirnos como individuos y redescubrir a nuestra pareja, para valorar la calidad actual de la relación esponsal.
Es una experiencia íntima de comunicación espiritual y humana entre parejas conyugales, que se inicia con un evento de fin de semana y dos pernoctas y continúa desarrollándose a lo largo de múltiples actividades durante la vida de los esposos.
Funciona mediante un conjunto de orientaciones y motivaciones provenientes de un equipo de matrimonios animadores y un sacerdote, que suscitan posteriores reflexiones personales y diálogos conyugales, en el ámbito de una comunicación amorosa con miras a preservar la paz, desarrollar el potencial afectivo y el servicio mutuos, valorando los compromisos familiares y creciendo juntos en la fe.
Es un tiempo para compartir sentimientos, esperanzas, proyectos y sueños, y una ocasión maravillosa para perdonar o pedir perdón, a Dios y a la persona con quien vivimos.
Su énfasis está en la comunicación entre los cónyuges, en un ambiente propicio para que pasen el tiempo, juntos, lejos de las distracciones y tensiones de la vida cotidiana, de modo que puedan concentrarse en su yo, en su pareja y en las debilidades y fortalezas de su relación.
No es un retiro, ni una clínica matrimonial, ni una terapia de grupos, ni una asamblea de cónyuges. Se fundamenta en el diálogo, en el respeto de la intimidad conyugal, en las diferencias individuales, en la particularidad de las historias familiares y en el poder de la palabra y la oración.
Es un enfoque dirigido a revitalizar ese mundo lindo, posible y soñado para dos, y un tiempo para volver a nacer en la esperanza de una familia sana, feliz y santa. Propicia circunstancias incomparables para consolidar, proteger y salvar la semilla de toda familia, tal y como lo atestiguan hoy, millares de personas en mas de noventa países.
¡Es un verdadero regalo de Dios!
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